Protección institucional

-Tarado, eres carne de cañón, serás el primero en caer. Una, Grande y Libre.
-De traidores como tú vamos a llenar el campo del Barça, y no para ver el fútbol. C.A.F.E. siempre.
-Catalanista traidor, deja de inventarte la historia y consigue un trabajo cabrón.
Revisando ciertos mensajes que recibí desde que mis trabajos empezaron a publicarse deduje que sí, había algún descontento fuera de los círculos puramente académicos, pero mi natural prudencia no los veía como amenazas explícitas, o por lo menos no me intranquilizaban demasiado, sólo una consiguió llamar mi atención;
-Rasgar la cortina no aporta más luz, sólo te hace perder una cortina. Así como desvelar lo velado no nos convierte en más lúcidos, el inexorable río de la Historia puede ahogarlo todo en la riada, y el que rise el último rise mejor. APMS.
El cripticismo implícito, "el inexorable río de la Historia" y el  hecho de advertirme sobre lo "velado" me desvelaba (valga la redundancia) una mente mucho más lúcida y peligrosa que el normal mesetario, desde la caverna sólo se ruge y su obscuridad no permite ninguna lucidez. Este mensaje, al cual no di ninguna importancia en su momento, adquiría ahora una nueva y temible dimensión.
¿Existe realmente la posibilidad de que alguien no quiera que se divulgue la verdadera historia?
¿Los errores históricos que me dedico a enmendar, son realmente errores?
¿Alguien ha corrido un velo?
Estas preguntas se agolpaban en mi cabeza, mientras me vestía, algo formal, traje de tres piezas, corbata con nudo italiano, una pena tener que llevar el traje naranja y la escafandra, más que nada porque las botas de Hello Kitty deslucen mucho un traje tan bonito... y además se pasa un calor horroroso, pero donde me dirigía requería cierta formalidad, y más si a lo que vas es a pedir ayuda...
Una llamada de aviso, taxi y en quince minutos estaba en el Palau de la Generalitat de Catalunya, los Mossos de guardia siempre expresan la misma sorpresa al verme acercarme a la puerta, pero como ya habían sido avisados de mi llegada solo suscitó sonrisas, cuando no carcajadas abiertas.
Una vez en el interior me dirigí directamente al despacho donde me esperaban y entré sin llamar.
-Buenos días Dr. Cucurrucucú ¿qué se le ofrece al historiador del régimen?
Esa expresión no acabo nunca de entenderla, la verdad sea dicha, desde que empecé a cobrar dinero del gobierno autonómico por mis trabajos mi ascética esbeltez pertenece al pasado, así que me la tomo como una broma hacia mis incipientes turgencias...
-Muy buenos días Sr. Dalmau, gracias por recibirme con tanta premura, supongo que alguien como usted, un cargo de confianza de la Generalitat, estará muy ocupado.
-No se preocupe, para usted siempre hay tiempo, se está usted convirtiendo en la piedra angular de nuestra justificación histórica, y eso es realmente algo de alabar, si sus tesis no las desarrollase usted, tendríamos que inventarlas.
No sabía si me estaba halagando, o por el contrario se chufeaba de mí, de mis trabajos, y de la seriedad con la que preparo todas y cada una de mis teorías. Por otro lado supongo que confiar en un cargo de confianza es lo normal, por eso le pagan.
-Querido Sr. Dalmau, quisiera hablar con alguien sobre ciertas corazonadas, si se pueden llamar así, que me asaltan desde hace unos días, y ese alguien supongo que debe ser usted. La verdad es que sin saber nada de cierto, de un tiempo a esta parte noto como si me vigilasen, y por qué no decirlo, no consigo desembarazarme de una ominosa sensación de peligro.
-Perdone que le interrumpa Dr., y quizá mi pregunta le resulta indiscreta, pero ¿sigue el tratamiento que le prescribió el doctor?
-Pues sí Sr. Dalmau, me parece indiscreta, pero aún así le diré que no, no lo sigo, la verdad es que con el traje tengo suficiente, lo único que requiero  es aislamiento, no atontamiento, y esas pastillas sólo  consiguen alelarme, no lo necesito, usted tampoco por  lo que veo.
Contesté un poco picado.
-Bueno, bueno, no se enfade -dijo conciliador- continúe con su relato, y disculpe la intromisión.
Y así lo hice, desde el presunto conato de asalto en P.º de Gracia hasta la semana de vigilancia por la  torva estatua humana para acabar con el  extraño mensaje de advertencia firmado APMS.
-Y esa estatua de la que me habla, y que presuntamente le vigila, ¿estaba hoy en su puesto?
-Pues ahora que lo pregunta, entre las prisas y el taxi me pareció entrever que estaba disfrazado de folclórica, no la pude ver bien, pero juraría que vestía de Lola Flores caracterizada de Lola la Piconera, pero también podría  ser  que fuese Doña Concha Piquer como para cantar el pasacalles de los nardos... ahora me hace dudar.
-¿No sería de Juanita Reina? -preguntó el Sr. Dalmau
-Pues la verdad no lo sé, como tampoco entiendo la importancia del disfraz, el hecho es que allí estaba.
-No sea tan suspicaz, sepa que hace una semana que le pusimos bajo vigilancia y protección de uno de nuestros mejores agentes, especializado en el seguimiento subrepticio y discreto de sus protegidos, el disfraz de hoy creo que era de Juanita Reina, en el papel de "la Lola se va a los  puertos", sé que deberíamos haberle avisado, pero confiábamos en la capacidad para el subterfugio de nuestro agente, a fin de cuentas el secreto era imprescindible si queríamos descubrir a quien parece amenazarle.
-¿Entonces la amenaza es real? -pregunté.
-Sepa que nuestro servicio de información ha detectado ciertas comunicaciones entre diferentes grupos digamos no partidarios de la secesión, y usted ha aparecido en esas conversaciones, por ahora sólo puedo decirle que las siglas APMS pertenecen a una asociación de ganaderos españoles, especializados en ganado ovino.
La verdad es que no sabía si sentirme aliviado por no estar volviéndome loco, o totalmente aterrado ante la posibilidad de una amenaza tangible, empezaba a echar de menos la acogedora semipenumbra de debajo de mi cama.